martes, 31 de diciembre de 2013

(Inserte aquí título para la típica entrada de todos los años)

Lo típico sería empezar esta entrada con cosas como "¡Cuánto tiempo sin pasarme por aquí! ¡Tenía esto abandonado!", pero paso de decir lo mismo cada vez que me da la gana de volver al blog, aunque bueno... No paso de escribir la típica entrada de todos los años, esa publicación de resumen de mi vida, precisamente de ese año, con sus cosas buenas y con sus cosas malas. La verdad es que no. Y la verdad es que también os seguiré chapando con mi vida, porque no dejaré de hacerlo mientras tenga algo que contar.

2013... Qué rápido te has pasado, maldito. Hace nada era año nuevo, y no puedo olvidar a mi padre tras las campanadas con su lado supersticioso diciendo "Uh, 2013, este año no va a ser muy bueno...", y yo, pensando "Eso que te crees tú", con una sonrisa en la cara, a pesar de no saber nada de lo que me esperaba. No sé, quizá al haber comido lacasitos en lugar de uvas, no sé, me dieron poderes especiales  más suerte que las típicas "uvas de las suerte", o simplemente tenía el presentimiento que este año iba a ser totalmente diferente a los demás.

Y vamos que lo ha sido, para bien (sobre todo) y para mal. En este año me he dado cuenta de muchísimas cosas, las cuales me han hecho aprender más de la vida y de aquellos de los que me rodean. Me he dado cuenta de tanto... que, en realidad, todo son sorpresas. He perdido mucho, pero he ganado mucho más. 

2013 para mí se ha dividido en dos bloques: uno hasta finales de junio y el otro desde julio hasta hoy. Del primer bloque (que cuento también por aquí) no me puedo quejar, ni académica ni personalmente, ya que todo no ha ido tan mal como esperaba, aunque sí ha habido ciertos aspectos que han dado mucho la lata, pero que afortunadamente se han podido resolver. Sin embargo, lo que de verdad caracteriza mi 2013 ha sido el segundo bloque, desde julio hasta hoy, un bloque realmente maravilloso, aunque solo en ciertos aspectos.

En estos últimos meses ha pasado tanto... Que la verdad, no me creo todavía nada. En estos últimos meses he descubierto que aquellas amistades que considerabas de verdad solo fueron una amistad falseada, con intereses más bien individuales. He descubierto que la universidad no es para nada lo que te creías, ni aunque te hubieran contado cómo iba a ser, ya que este curso en el que estoy actualmente lo estoy odiando más que ninguno, cuando en realidad tercero supuestamente "es el mejor año de todos". También he descubierto que no hay que dejar de caer y seguir levantándose día a día, ya que si no fuera gracias a esas caídas no podrás afrontar ese carácter gris y oscuro que tiene la vida. Pero, lo que de verdad he descubierto este año, ha sido el amor, el verdadero y tan ansiado amor. Un amor que no quiero que acabe nunca y que, gracias a él, me levanto y me acuesto cada día con una sonrisa.

Para este nuevo año lo que más deseo es felicidad, mucha felicidad. Porque aunque ya la tenga, esto solo acaba de empezar.

2013, te voy a echar mucho de menos. 

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