Hoy es uno de esos días en los que te apetece escribir algo pero no sabes qué escribir porque no se te ocurre nada. La mayoría de las veces es lo que me pasa, que cuando quiero manifestar algo no se me ocurre nada, y cuando tengo todo ordenado en mi cabeza, no tengo ni el medio ni el tiempo necesario para poder sacarlo de ella.
Cuando quiero escribir algo siempre quiero que quede más o menos perfecto -para mí- , así que la mayor parte de las veces no escribo nada por el hecho de que para escribir una porquería, no pongo nada. Y hay otras veces en las que lo tengo todo para salir del horno pero me doy cuenta que hay más pan del que tiene que haber, así que para decir cosas que no tienen que ver en el cuento o que digo más de lo normal, pues es mejor que me quede calladita.
Tampoco es que tenga el mejor momento para estar completamente sola y en silencio, sobre todo y lo más importante, que esté inspirada, para escribir cualquier historia o pensamientos que me andan por la cabeza. Necesito estar totalmente en silencio e inspirada, disponiendo de tiempo suficiente para desarrollar las cosas. Sinceramente, si pudiera escribir en sueños, este blog tendría el triple de entradas de las que veis ahora mismo. En los sueños no soy yo, soy otra yo.
En estos momentos ni soy yo, ni soy otra yo. Soy una especie de medio zombie que le está pillando el gustillo a pasar una parte de las noches en un ordenador viendo series, chateando, o ser un zombie stalkeador en Twitter, cuya cabeza no está funcionando como debería de funcionar un día normal a las 12 de la mañana. El cansancio acumulado de todo el día hace que combata el sueño que aparece de él y dé como resultado entradas sin consistencia como ésta.
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